Curso AMA 2019 ¨Logoterapia Vincular: "El amor como fuente de sentido"

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¿Qué es la Logoterapia Vincular?

Voy a realizar una aproximación a lo que denomino Logoterapia Vincular, combinando la Logoterapia y el Análisis Existencial con el enfoque Sistémico, y privilegiando las siguientes consideraciones:
  • La libertad y la responsabilidad son los recursos plenos del hombre para responder y significar el sufrimiento.
  • Los valores (de creación, de vivencia y de actitud) como guía y orientación.
  • El proyecto personal (crisis de identidad) y el proyecto en común (de pareja o familia).
  • El espacio del nosotros (participación, tolerancia, solidaridad) como espacio de significación 
  • El apoyo sobre el resto sano: la capacidad de oposición y reacción del espíritu humano. aprendido y sostenido en la instancia familiar-vincular, para poder operar la transferencia del aprendizaje a lo macro-social.
  • El amor con sentido: que se educa, se mejora, y que sostiene frente a las adversidades. 
  • La búsqueda del sentido de la vida, asumida primero desde la familia.
  • La valoración de la familia al servicio de la persona y promoviendo justamente lo que personaliza.
  • Los acuerdos efectivos y sostenidos, y otros reconsiderables en el tiempo, como recurso válido y primordial para mejorar la con-vivencia.
  • El análisis de los niveles de comunicación dentro del sistema familiar. 
  • La solidificación de los vínculos a través de la resignificación de las crisis que atraviesa el grupo en cada etapa (sean evolutivas o accidentales).
Recordemos, en primer lugar, que Víktor Frankl acepta (Fundamentos y aplicaciones de la Logoterapia, San Pablo, 2005, p.110) combinar la Logoterapia con otros métodos: “siendo que la logoterapia no es una panacea, no existen objeciones para combinarla con otros métodos”.
 Desde aquí comencé un proceso, hace varios años, de integración de la Logoterapia con la Sistémica, habiéndome formado, desde el inicio de mi práctica como psicóloga, en Terapia Familiar y en Logoterapia y Análisis Existencial paralelamente. Esas experiencias, basadas en necesidades personales y profesionales, fueron y son la base de esa búsqueda de síntesis y enriquecimiento constante.
Transitamos una época aparentemente sin límites, con grandes proyectos científicos, tecnológicos y técnicos, pero si miramos bien, las fisuras que presenta a nivel humano son lamentables.
 Las consecuencias de la destrucción de la Tierra, la cultura light en valores y las contradicciones, tanto individuales como sociales, hacen que la imagen del mundo que alguna vez anticipamos, se derrumbe.
Desorientado, el hombre puede buscar la solución a sus dilemas, preguntándose por el sentido de la vida.
Para Víktor Frankl, psiquiatra vienés reclutado en los campos de concentración nazis,  esa búsqueda se tornó una cuestión de supervivencia cuando, hace medio siglo, se encontraba en una de las situaciones más trágicas por las que puede pasar un ser humano.
Sus respuestas, aún antes de vivir esa experiencia límite, no solo favorecieron el despuntar de una nueva corriente en Psicoterapia (la cura médica de almas), sino que se transformaron en un contrapeso al “vacío existencial” de nuestro tiempo, al hacer hincapié en la responsabilidad de cada individuo en el desafío de ser hombre.
Creemos que el desafío, aquí y ahora, es contribuir a que lo permanente de los valores humanos pueda ser vivido con claridad y coherencia cumpliendo así su función de orientadores.
Pensemos en la familia como transmisora de valores, como cuna de los primeros aprendizajes. Si parece ser que ya no hay certezas para la Pedagogía, se detecta entonces la urgencia de recurrir a los valores (vividos y vívidos) como guía para sostener las certidumbres sin las cuales el ser humano no puede “honrar la vida”.
La escena sufriente funciona, muchas veces, como espejo de aumento para visualizar lo que, en instancias cotidianas o comunes, intuimos pero no logramos enfocar del todo: apelar a los recursos espirituales para recoger modos cada vez más aptos de transitar la esperanza de un mundo mejor, de un mundo más adecuado para la familia humana.

 1) El vacío existencial o la pérdida de significación del hombre hoy, frente a sí mismo y frente a los otros: repensar la crisis desde el sistema familiar.

¿De qué crisis hablamos los agentes de salud? ¿Qué queremos decir cuando nombramos la crisis como referente común, sobre todo en el contexto actual?
Entendemos que toda crisis, en general, responde a dos alternativas: vivirla como problema o como oportunidad.
Si quien consulta sólo ve un lado de la situación, es nuestra tarea acompañarlo en la comprensión total del fenómeno (lo que aparece) en su enorme complejidad.
Así, la Logoterapia se acerca al hombre desde dos aspectos: la promoción de la salud y la curación. Se trata de un método fundamentalmente de cura, de cuidado.
El logoterapeuta procura que su paciente encuentre el sentido de su vida cooperando con él para que tome conciencia no sólo (ni principalmente) de sus núcleos conflictivos, sino (y principalmente) de que en él también hay espacios libres de conflicto, partes sanas sobre las que debe fortalecerse para vencer la angustia que causa el sin-sentido de la existencia.
El enfoque con el que trabajamos parte entonces de la “connotación positiva”, esto es, la posibilidad de depositar la mirada y la escucha en los aspectos favorables o potencialmente buenos de toda persona en situación o de todo sistema relacional.
Se trata, así, de resaltar  de la crisis su lectura de “oportunidad” (sin desalojar ni negar el peligro, ni la angustia que arrastra). Y esta no es una postura caprichosa. Responde a la cosmovisión de hallarle sentido al sufrimiento. El Dr. Víktor Frankl así lo sentenció: “a pesar de todo, sí a la vida”. Y muchos, conociendo el proceso que fue su vida, sabemos que estas no son sólo palabras.   
La palabra “crisis” proviene del griego krisis, que significa “decisión”. Como toda situación límite, el malestar que conlleva resulta subjetivo en tanto lo tolerable y no tolerable responden, como sabemos, a parámetros absolutamente personales.
En ese encuadre, presenciamos actitudes de lo más variables frente a la angustia y los momentos de decisión, llegando hasta el abandono incluso de certezas.
Los mecanismos de afrontamiento que se usan generalmente frente a la angustia son: a) que los recursos internos se ajusten a las necesidades del momento,  b) que no cuenten con respuestas apropiadas a la ocasión, pero ensayen otras  c) que no sepan qué hacer y se paralicen.
Lo funcional o esperable sería que, ante nuevas demandas, aparezcan nuevas respuestas y habilidades, como consecuencia de ejercer la capacidad de lucha, de adaptación y la creatividad. Así, la reorganización, tanto personal como vincular-familiar, requiere de nuevos aprendizajes para crecer y fortalecerse ante los nuevos desafíos. Sin embargo, esto no es lo más común ni lo más simple.
Enrique Fabbri (en: “Alegría y trabajo de hacerse hombre. Ser Persona”, edit. Guadalupe, 1992) indica un camino de maduración, compatible con la intencionalidad logoterapéutica, que comienza cuando el hombre se cuestiona los siguientes aspectos:
  • ¿Cuál es mi misión en la vida? (crisis de identidad, preguntarse por el sentido de la vida)
  • ¿Cómo me relaciono y me comunico con los demás? (crisis de intimidad)
  • ¿Cómo intervengo en la comunidad de la que formo parte? (crisis de participación: tolerancia para la solidaridad)
  • ¿Cómo vencer la muerte? (crisis de trascendencia)
Todos planteos necesarios para superar lo contingente y buscar el camino que nos lleve a dar nuestra propia respuesta.
Adherimos a la idea que plantea Juan A. Etcheverry (Víctor Frankl y la Logoterapia, Almagesto, 1990): que la dinámica logoterapéutica fundamentalmente mueve “hacia el desierto y desde el desierto”. Es causa de crisis, pero también y, fundamentalmente, motivo para salir de ella. Otro modo para resaltar, una vez más, la relación entre la libertad y la responsabilidad personal.
Interesa en el análisis existencial (trabajado en sesiones personales y otras vinculares):

a) Encontrar los esquemas o estilos existenciales del sistema y de cada paciente, el modo único e irrepetible de ser y de hacer, respondiendo a matrices de aprendizaje, sobre todo vinculares, que moldearon estilos de encuentro y de desencuentro que, a su vez, perfilaron biografías o historias de relaciones.  Para ello se centra en el aquí y ahora, y habilita el allá y entonces para extraer motivos, razones o inferencias. Se evita la categorización previa y se trabajan las experiencias del paciente (su fenomenología) y las respuestas que ofrece frente a cada situación.
b) ayudar a que el paciente se conozca a sí mismo, e infiera su influencia sobre la familia y los otros miembros. Es la aplicación de la milenaria sabiduría socrática: “conócete a ti mismo”, eslabón fundamental en la construcción de la propia identidad y de l modo de salir al encuentro con el mundo.
c) favorecer que el paciente asuma la responsabilidad de su vida sin delegarla en cualquier otra persona o circunstancia, sea en su pareja o su familia, como modo de evitación.
 Nos encontramos frecuentemente con personas que colocan el motivo de su malestar en el vínculo, sin asumir su propia crisis existencial. Por lo tanto, esta confrontación es muy necesaria.
d) llegar a la autorrealización y de ahí a la autotrascendencia. Esto implica una supertransferencia del objeto de sentido hacia algo o alguien más allá del sí mismo.
La tarea del logoterapeuta vincular es la de promover (mover-hacia) la liberación
de su paciente, en su unicidad y singularidad, para desarrollar valores de creación ( trabajo ), de vivencia ( amor ), y de actitud ( testimonio ), que se viven en comunidad.
  
El análisis existencial logoterapéutico apunta a descubrir y asumir el sentido de la vida de la persona que “es y está en el mundo con los otros”, a través de un cuerpo que le permite relacionarse con sus convivientes y con su entorno.
Entonces, el encuentro interpersonal y la apelación a los valores y al sentido son el núcleo de un trabajo en el que siempre se mueven muchas personas, como  la familia, y a veces hasta la comunidad entera. La Terapia Vincular encuentra, una vez más, confirmada la relación entre la gestión personal y su influencia en el macrocontexto social, y viceversa.

2) Somos seres libres y responsables.
Este enfoque nos obliga a hacernos cargo del modo en que enfrentamos cada situación de la vida. Incluso cómo decidimos responder al sufrimiento por más inevitable y grande que éste sea, es una decisión personal (por más que nos cueste entenderlo).
Como acabamos de señalar, asistimos a un espectáculo que propone, muchas veces, escenas del mundo “al revés”.  Entonces aparece, con frecuencia, la tentación de derivar la responsabilidad hacia otros lados o hacia otras personas; la cuestión es salir impune.
Sin embargo, andar con paso seguro a la hora de definir prioridades, de reconocer los costados oscuros y de comprometerse en buscar alternativas luminosas…este es el camino del real compromiso con la vida.
Y desde el enfoque sistémico también encontramos la posibilidad de buscar y tejer junto al paciente “historias alternativas”, para reorganizar la novela personal o familiar de tal modo que se logre operar apertura y plasticidad al sistema de ideas y emociones, y se puedan redimir o completar biografías que yacían vacías de sentido .Watzlawick cita (en El arte del cambio) el imperativo ético constructivista de Von Foerster: “Obra siempre de modo que aumentes el número de posibilidades de elección”. Y explica cómo la intervención terapéutica está representada por el desplazamiento del punto de observación del sujeto, desde su rígida y disfuncional posición perceptivo-reactiva a una nueva perspectiva elástica, no rígida, y con más posibilidades perceptivo-reactivas. Se trata entonces de ampliar los focos de atención y de análisis para enriquecer la cosmovisión personal-vincular.
Aceptar la luz y la sombra de la propia existencia, sin temer, sin buscar la huida. Por el contrario, integrarlas en uno mismo, reconocerlas como parte de uno, para poder iluminar aquellos espacios que uno quiera desplegar en la búsqueda de ser y vivir en plenitud.
Los niños de hoy están expuestos al influjo de una cultura de signo nihilista: el derivado de la no existencia. Se requiere con urgencia una autoridad moral que enseñe a diferenciar lo que está bien de lo que está mal, demostrado desde la coherencia propia. Pero la desorientación y la falta de contención que sienten muchos padres, resulta en una situación verdaderamente triste.
Los seres humanos estamos destinados a florecer plenamente en nuestros vínculos. Ya que todo lo que somos lleva la huella (positiva o negativa) del otro, de los otros, Y como nuestra identidad se constituye y se sostiene bajo la mirada de las personas significativas de nuestra vida, así su ausencia dificulta el sano desarrollo personal.
Cuidar a quien amamos es esencial a la hora de dirigirnos a los espacios que signifiquen positivamente nuestra vida, y le otorguen sentido.
Entendemos que hay sufrimientos que tienen uno o varios “sentidos”, y son los que le dan valor al vivir, los que enaltecen la dignidad de nuestra existencia, por la capacidad de lucha y oposición que promueven. Pero también están  los sufrimientos sin sentido, a los que podemos referirnos como inútiles en tanto provocan un desgaste existencial y encaminan la vitalidad hacia oscuros pozos ciegos.

3) ¿Qué objetivos generales formulo para estos tratamientos Vinculares?
  • Que la Pareja o la Familia logre reconocer sus aspectos saludables o fortalezas (modos de funcionar frente a las crisis) para, desde allí, visualizar un posible recorrido.
  • Que reparen en situaciones anteriores de crisis, y analicen los mecanismos de afrontamiento de las mismas, ya sea para ratificarlos como para provocar un cambio.
  • Que cada uno pueda comunicar sus miedos, expectativas, deseos, ansiedades.
  • Que acuerden sobre los aspectos para poder crecer individual y grupalmente, destrabando al sistema de los posibles obstáculos. Legalizar la angustia para poder metabolizarla.
  • Que propongan nuevas y posibles alternativas de resolución de conflictos, animándose a los cambios.
Rollo May, en Amor y Voluntad, señala una característica propia de los problemas: “predicen el futuro. Los problemas de un período son las crisis existenciales de lo que puede ser resuelto pero todavía no lo ha sido; e independientemente de la seriedad con que tomemos esa palabra “resuelto”, si no existiera alguna nueva posibilidad, no habría crisis…habría sólo desesperación”.
 Los problemas empujan a lugares y movimientos hasta entonces desconocidos. Los jeroglíficos de la vida son enigmas a develar, y el proceso bien puede ser vivido como un desafío placentero, aunque la oscuridad por momentos amenace.

4) Toda comunicación se aprende.
No se trata, valga la aclaración, de decir siempre lo que uno piensa sin medir las consecuencias. Quienes lo hacen suelen invocar la espontaneidad como motivación. Aunque tal vez se olvidan de la gran orientadora, que es la virtud de la prudencia. Se trata de decir con delicadeza y sentido de la oportunidad lo que se tenga que decir. Es un ajuste del “cómo” y del “cuándo”, y esto con voluntad se aprende.
Cuidar de lo que se dice y cómo se dice. El cuidado evidencia que nos importa, que nos preocupa algo o alguien. Es la fuente de la ternura humana, según Rollo May.
Para aprender algo nuevo hace falta motivación, es decir, tener la intención de hacerlo porque se percibió una necesidad que debe ser satisfecha. La voluntad y el cuidado se encuentran entre las situaciones de aprendizaje: uno desea aprender algo que aparece como bien en su vida. Y al connotarlo y comprobarlo como bueno, se aprende a cuidar aquello que se ama.   Parece extraño, en el marco de la apatía y el desinterés actual, que pretende vaciar de contenido y de sentido nuestras actividades, poder encontrar espacios como éste en donde sigamos apostando al amor, a aprender a ser mejores, a crecer…
En las relaciones interpersonales debe haber cuidado. Cuando la vida de la otra persona me importa, aparece la preocupación por ella/él. El sentir señala un compromiso: hacer lo necesario para que esa relación prospere y crezca. Pensemos en los matrimonios que tienen muchos años de buena convivencia juntos: la duración del vínculo hubiera sido impensable si no hubieran creído y apostado al compromiso a largo plazo. Entonces, lo que sostiene la unidad de la pareja en las buenas y en las malas, guiándola en las difíciles barrancas que se suceden el la geografía humana, es la fuerza indeclinable del buen amor entre hombre y mujer. Y se torna obligatorio recordar que en la figura de la comunicación aparece la mejor opción para lograrlo. Porque el diálogo entre ellos es el mejor recurso que protege tanto la seguridad como el bienestar, y resuelve los conflictos en la medida en que se van sucediendo.
Siendo la comunicación un vehículo de expresión (de sensaciones, sentimientos, deseos y pensamientos) y de relación, es oportuno detenernos a revisar los indicadores que apunten al buen desarrollo de este proceso:

             -el respeto por uno y por el otro,
             -sistema de lealtades mutuas (confianza mutua),
             -capacidad de escucha y de diálogo,
             -constancia en la intención de dialogar (buscar el momento oportuno),
             -voluntad de despejar los malos-entendidos.
             -respeto por los espacios vinculares.
             -acuerdo sobre la necesidad de cerrar los temas a fin de evitar reproches.
             -capacidad de perdonar y de pedir perdón. Reconciliación.


Logoterapia Vincular y capacidad de transformación.

La Logoterapia Vincular tiene lugar en el “encuentro” con el otro, y es el escenario privilegiado de sanación. Un encuentro que, acompañado por el respeto hacia la esencia de la persona con quien estamos trabajando, busca liberarlo en su ser más profundo y genuino, para que logre vivir en plenitud. Esa liberación de sus ataduras incluye detectar su zona de confort y todo las cerraduras que no lo dejan arribar a su sí-mismo: temores, angustias, ideas negativas o erradas, pensamientos congelados, reacciones desmedidas, no-reacciones (parálisis de pensamiento o de acción), inhibiciones, zonas vulnerables, comodidad existencial, y todos los fantasmas que atentan contra la fuerza de su lado más claro, más profundo, aquel que “nunca enferma” (el inconsciente espiritual).
Recordemos la definición del amor que nos regala  “El Principito”: “el amor es el proceso que te lleva de regreso a ti mismo”. Creemos que el vínculo saludable nos transforma. Y la transformación, si se quiere,  está inscripta también en nuestros genes: estamos llamados, por vocación, a ser auténticos, a reinventarnos más allá de nuestra historia y nuestras cadenas, a trascender por sobre la adversidad y elevar el alma y el corazón a niveles cada vez más intensos de profundidad y claridad. Transformarnos requiere de coraje: para acercarnos a nuestras emociones, a nuestros conflictos, a nuestros deseos y temores, para poder comprendernos y diseñar un mapa de ruta para lograr crecer, cambiar y madurar. Porque no se adquiere madurez sin transformación. Y esta vida es un constante proceso de aprendizaje y de cambio.
La otra cara de la relación terapéutica también nos dice mucho al respecto: cuando acompañamos a otros nos movilizamos en nuestro ser más profundo gracias al encuentro, y también podemos transformarnos y liberarnos de nuestros propios muros. Cada Logoterapeuta podrá vivenciar esta posibilidad de diferentes modos y contará sus propias experiencias. Les voy a compartir este ejemplo: utilizando la tecnología que está hoy a nuestro alcance, suelo elegir algunas frases luminosas y fotos hermosas y, cuando lo siento oportuno, enviarle vía Whatsapp a algún paciente aquello que pienso puede renovarlo u otorgarle una caricia en el alma, fuera del horario de su sesión. Es muy grato recibir su respuesta y, también, su valoración personal de ese “regalito” que puede teñir su día de un verde esperanza. Y suele suceder que también se anime en alguna ocasión, a buscar un mensaje que sienta, y que puede iluminar también mi día. Este es un pequeño recurso terapéutico (pese a que amplía el encuadre) que promueve un ida y vuelta, incluso reciprocidad, y remite a aquella definición de la relación terapéutica dada por V. Frankl: “dos compañeros existenciales”…
La transformación también ocurre cuando opera un renacimiento en la vida de las personas. Muchos  relatan que han vivido una “segunda oportunidad” cuando, por ejemplo, logran la cura de una enfermedad que los amenazó de frente. Es realmente emocionante escucharlos. Hay quienes cuentan haber vivido esa experiencia brutal, al modo de un tsunami que podía arrebatarles absolutamente todo. Y, sin embargo, lograron sobrevivir: con mucho aprendizaje, engordando la capacidad de resistencia espiritual, y valorando variables que hasta ese momento no creyeron tan significativas. Gerardo, de 41 años, Gerente de una multinacional, casado y con un hijo, vivió una situación dramática de enfermedad física durante el año pasado, que lo llevó a pensar que su vida se acababa. El amor de su familia y sus amigos lo impulsaron a buscar un camino de crecimiento espiritual que, incluyendo el tratamiento de él y de su familia en Logoterapia Vincular, logró encontrarse con sus miedos, con sus fortalezas, y creer que merecía la pena “planificar” en medio del caos, “limpiar” su ser y buscar iluminar cada rincón de su existencia. Fue un trabajo muy sólido, con mucho llanto y angustia por momentos, pero validando siempre su capacidad de resiliencia. Hoy Gerardo ha vencido al enemigo y, hasta me animaría a decir, que logró entender el mensaje de ese enemigo: pasó por un proceso de transformación que hoy le permite vivir más en sintonía con su ser auténtico, con sus necesidades, con su mundo afectivo, más claro en su modo de comunicarse, y habiendo pasado por la experiencia del “perdón” para redimirse y restablecer vínculos desde la aceptación y la misericordia.
“En efecto, en el planeta del Principito, como en todos los planetas, había hierbas buenas y hierbas malas. Como resultado de buenas semillas de buenas hierbas y de malas semillas de malas hierbas. Pero las semillas son invisibles. Duermen en el secreto de la tierra hasta que a una de ellas se le ocurre despertarse. Entonces se estira y, tímidamente al comienzo, crece hacia el sol una encantadora briznilla inofensiva. Si se trata de una planta mala, debe arrancarse la planta inmediatamente, en cuanto se ha podido reconocerla.
Había, pues, semillas terribles en el planeta del Principito. Eran las semillas de los baobabs. El suelo del planeta estaba infestado. Y si un baobab no se arranca a tiempo, ya no es posible desembarazarse de él. Invade todo el planeta. Lo perfora con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño y si los baobabs son demasiado numerosos, lo hacen estallar.
“-Es cuestión de disciplina”, me decía más tarde el Principito. “Cuando uno termina de arreglarse por la mañana debe hacer cuidadosamente la limpieza del planeta. Hay que dedicarse regularmente a arrancar los baobabs en cuanto se los distingue entre los rosales, a los que se parecen mucho cuando son muy jóvenes. Es un trabajo muy aburrido, pero muy fácil”.

Hay que limpiar el corazón de los sentimientos negativos, porque, si no, crecen, echan raíces, y más adelante se hace más difícil arrancarlos. Hay que transformar las ideas oscuras dejando entrar la luz, pensando en los colores del arco iris o de las flores, reinventando puentes entre nosotros y las personas, entre nosotros y el mundo. El puente con nosotros mismos.

Tender puentes: el arte del cambio (Logoterapia y Neurociencias)

  Frente a la posibilidad de cambiar aquello que consideramos necesario, ya sea porque lo registramos de tal modo, o porque alguien nos lo señala…¿qué hace que uno lo viva como desafío y se entregue de lleno a esa tarea, y que otro lo sienta como imposible? ¿Acaso es un tema de valentía o cobardía? ¿De animarse o detenerse retenido por el corsé del miedo a lo diferente, o a no poder? ¿Y quien lo intenta, no considera el fracaso, o aún así, prefiere intentarlo a frustrarse en la parálisis de la inacción? Una vez más, frente a las decisiones personales, son tantas las posibilidades como personas que las transitamos.
 Una frase que repetíamos a menudo, a modo jocoso, en nuestra formación de Terapeutas Familiares, era: “¿cómo hago para cambiar sin cambiar?”. Este interrogante refleja la demanda inconsciente de algunos pacientes en Terapia, solapada por su intención (consciente) de estar ahí, en un proceso que supuestamente le permitirá modificarse. Y, a su vez, es una pregunta que traducimos los profesionales a partir de las resistencias de quienes consultan frente al cambio. Algo más común de lo que creemos. Por eso, entiendo que nuestro trabajo debe ser paciente, prudente, de a pasos pequeños y oportunos, para que la reorganización y evolución de los sistemas personales o vinculares suceda del modo más natural posible, hasta  incluso se realice desde el deseo genuino del paciente. Lo que Karl Popper llama: “la política de los pequeños pasos”. Y Gregory Bateson sentencia: “quien quiera hacer el bien, debe hacerlo en los pequeños detalles”.
 Si creemos que “sí” podemos cambiar, entonces asumiremos un papel protagónico, seguramente cargado de motivación, de significado. La búsqueda de la autotrascendencia va guiada por algún “sentido” que fortalece el “podemos hacerlo” porque existe un “quiero hacerlo” que otorga vitalidad y fe en la empresa de ser mejor persona.
 Pero ¿por dónde empezar? Las Neurociencias se inclinan a privilegiar el papel de las percepciones. Si logro modificar mi percepción de tal situación, de mí mismo o de otra persona, puedo cambiar los sentimientos o las emociones que me generan, y actuar de mejor modo.
Cuando amplío el foco perceptivo, es decir cuando puedo considerar otros puntos de vista, otras perspectivas frente a la misma situación, enriquezco mi  mapa cognitivo y mi cosmovisión. Esto me permitirá establecer nuevos recorridos mentales, emocionales, nuevas rutas de conocimiento y de acción. El planteo estratégico de la Terapia se basa en la concepción filosófica del conocimiento constructivista: Bannister, Elster, Glaserfeld, Foerster, Maturana, Piaget, Varela, Kelly, Watzlawick.  Su fundamento es que no existe una sola realidad, sino tantas realidades como puntos de observación e instrumentos empleados para observan se utilicen. Pensemos, por ejemplo, en el relato diferente que escuchamos de tres hermanos de la misma familia frente al mismo suceso compartido.

 Consideremos esta situación que vivió un médico y que lo llevó a modificar su percepción de la realidad, considerando otra perspectiva: la cosmovisión de su paciente…o el modo de amar de este señor a su esposa…

“Era una mañana agitada, eran las 8:30, cuando un señor mayor, de unos 80 años, llegó al hospital para que le sacaran los puntos de un pulgar. El señor dijo que estaba apurado y que tenía una cita a las 9:00 am.
Comprobé sus señales vitales y le pedí que tomara asiento, sabiendo que quizás pasaría más de una hora antes de que alguien pudiera atenderlo. Lo vi mirando su reloj y decidí, que ya que no estaba ocupado con otro paciente, podría examinar su herida. Durante el examen, comprobé que estaba curado, entonces le pedí a uno de los doctores, algunos elementos para quitarle las suturas y curar su herida. 

Mientras le realizaba las curas, le pregunté si tenía una cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía tan apurado.
  
El señor me dijo que no, que necesitaba ir al geriátrico para desayunar con su esposa. Le pregunté sobre la salud de ella. 

Él me respondió que ella hacía tiempo que estaba allí ya que padecía de Alzheimer.
  
Le pregunté si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde.
  

Me respondió que hacia tiempo que ella no sabía quien era él, que hacía cinco años que ella no podía ya reconocerlo.
  
Me sorprendió, y entonces le pregunté, '¿Y usted sigue yendo cada mañana, aun cuando ella no sabe quién es usted?'  

Él sonrió 
y me acarició la mano, me contestó:
'Ella no sabe quien soy, 
  pero yo aún sé quién es ella.'  


¿Acaso esta respuesta no nos toma a varios de nosotros por sorpresa? Se trata de cambiar, en este relato, la lógica racional por la lógica de un amor profundo. Y, en la vida diaria, muchas veces se trata de poder ser flexibles y comprender otros argumentos que nos acercan a nuestros interlocutores. Me gusta la metáfora de “armar puentes” entre el otro y nosotros…el modo sano de vincularnos, aunque no sea tan común.
 Ya en 1973, Heinz Von Foerster definió su imperativo ético constructivista para nuestra profesión de Terapeutas: “Obra siempre de modo que aumentes el número de posibilidades de elección”.

 Desde acá, la intervención del Logoterapeuta Vincular  tiende a desplazar el punto de observación rígido y disfuncional del consultante a una posición mucho más elástica y rica en cuanto a posibilidades. Con más opciones perceptivo-reactivas. Se trata de ocuparnos de la funcionalidad del comportamiento de la persona, es decir, de cómo percibe la realidad y de cómo se relaciona consigo mismo y con los otros. Justamente para poder tender puentes, para lograr acercarnos y comprendernos, para poder compartir. Entonces el cambio ocurre verdaderamente porque se logra la redefinición cognoscitiva de la situación y de la experiencia.

La buena vida, la salud y las buenas relaciones

El mundo actual parece conspirar para generarnos el deseo de todo “sin límites”…Como si hablar de límites fuese una mala idea, hasta una mala palabra. Como si los límites o las fronteras fuesen enemigo de lo humano.
 Sin embargo, en Logoterapia Vincular compartimos una visión de los límites como necesarios, en tanto modulan y moderan lo más primitivo del ser humano, como son las pulsiones. Imaginemos el camino al que lleva, por ejemplo, el comer sin medida (en cantidad y en calidad de los alimentos), o en trabajar sin horario y sin pausas (cuando la vida se esclaviza por el hacer y el producir sin espacio ni tiempo para el ser).  Y ni hablar de los enemigos cotidianos y cada vez más extendidos de la exposición desmedida de la vida privada, pasando por el abuso del poder y la corrupción en todas las esferas (en donde leemos una búsqueda frenética del dinero que hiper-excede cualquier lógico deseo de bienestar material), hasta tocar los tan conocidos flagelos de la drogadicción, el alcoholismo, el sexo desalmado, o la ponderación de todo tipo de “distractores” que eviten el percibir, el pensar, el sentir, enfrentar, vivenciar…
Frankl nos remite entonces al “vacío de sentido”.
¿Cómo se desarrollaría una persona si, desde la niñez, le enseñásemos que la más valiosa de las búsquedas es el camino de encontrarle sentido a la propia vida?
En estos días me topé con esta frase: “no prepares el camino para el niño; prepara al niño para el camino”. Recordemos que la libertad y la responsabilidad son las condiciones previas para avanzar hacia una meta. Y Frankl definía a la Psicoterapia como una “educación para la responsabilidad”. Entonces, preparar al niño para el camino es educar en la libertad con responsabilidad. No olvidemos que somos capaces de reflexionar cobre quiénes queremos ser y sobre cómo queremos afectar la porción del mundo que habitamos. Para lo cual es necesario recuperar la esperanza, la libertad al elegir, e incluso la idea misma de ser capaces de elegir.
¿Cuándo es el mejor momento de aprender que una vida feliz tiene que ver con poder tejer vínculos de buena calidad, y no con ilusiones esporádicas de éxito o fama, riqueza, juventud, o intentos de fallidos de no pensar ni sentir?
Una de las charlas TED (Ideas Worth Spreading), que tiene como presentador a Robert Waldinger, nos propone analizar los resultados de un trabajo de investigación que lleva ya 75 años y que parten de la siguiente pregunta: “¡Qué nos mantiene felices y saludables?”.
Este estudio indagó en la vida de 724 personas, enmarcadas en dos grupos: estudiantes adolescentes (cuando se comenzó, allá en al año 1938) de la Universidad de Harvard. Y un segundo grupo de jóvenes  de los barrios más pobres de Boston. De esta población han salido: operarios, médicos, albañiles, abogados, un Presidente de EUA. Algunos con problemas de alcoholismo, pocos con esquizofrenia. Durante todos estos años, y sobre sus vidas, sus historias, su historial clínico médico (incluye análisis de sangre, estudios cerebrales, etc.), hasta entrevistas con sus cónyuges e hijos.
En la etapa de la juventud y adultez, el 80% expresó que sus metas más importantes en la vida eran: ser ricos, jóvenes, tener fama o éxito, poner su esfuerzo en lograr más.
¿A qué conclusiones arriba esta investigación?
Son las buenas relaciones las que nos permiten ser más felices y más sanos.
Incluso nos permiten vivir más. Lo importante no es la cantidad de amigos, por ejemplo, que uno tiene. Sino la calidad de las relaciones.
Desde la Logoterapia Vincular nos sentimos muy comprometidos con estos resultados, por eso hoy los incluimos. Y reafirmamos el valor de protección que tiene en la vida de toda persona el grado de satisfacción que vivencia en sus relaciones. Así como también su relación con la salud en general, ampliamente demostrado hoy por la Psiconeuroinmunoendocrinología. Esta última especialización corrobora la protección del corazón, del cerebro, del sistema inmune, cuando la persona vive un entorno de buenos vínculos y de satisfacción emocional. Estar cursando este posgrado universitario me permite corroborar el valor de las buenas emociones y de la búsqueda de la salud vincular como modo de vivir en armonía.
 Los buenos vínculos van de la mano con la plenitud.
Algunos dirán que estamos hablando de algo que puede ser tan antiguo como la humanidad. Pero ¿por qué seguimos buscando cómo lograrlo? Porque el mundo de los afectos es muy complejo…Y la necesidad vincular intrínseca de la condición humana tiene que ver con algo que requiere dedicación y esfuerzo (para empezar) , y constancia y lealtad. “Contar con el otro”, sin intentar búsquedas utópicas es un trabajo que le otorga “sentido a la vida”.